En 1775, el monasterio de São Bento de Cástris, tras las reformas ordenadas por el Marqués de Pombal, fue clausurado y las monjas fueron trasladadas al monasterio de Odivelas, cerca de Lisboa, donde permanecieron tan solo durante dos años. En 1777, con la ascensión de Dª Maria I al trono, las políticas reformistas experimentaron un cambio, allanando el camino para que las religiosas regresaran a Évora.
Para celebrar ese acontecimiento, se llevó a cabo una importante campaña de obras, con el encargo de un nuevo altar dorado para la capilla mayor y de 19 paneles de azulejos con escenas de la vida del abad francés Bernardo de Claraval, considerado un guía espiritual de la orden cisterciense. Fechados alrededor de 1783-1785, es probable que fueran producidos en la Real Fábrica de Louça do Rato, en Lisboa.

A lo largo de sus muros, la historia del santo comienza en el lado izquierdo de la puerta de entrada y se despliega en orden cronológico alrededor de la iglesia. Las escenas figurativas, en azul y blanco, contrastan con los bordes policromados, donde pilastras y urnas se combinan hábilmente con adornos rococó. Los azulejos unifican el espacio en un conjunto brillante, animando así las paredes del antiguo templo de estilo manuelino.
En la parte superior del brazo izquierdo del crucero, podemos contemplar el episodio de La lactación, una de las iconografías cistercienses más importantes. El santo, arrodillado, contempla a la Virgen con el Niño, y ella, en medio de una nube de ángeles, sostiene uno de sus pechos para alimentar a Bernardo.
De acuerdo con la leyenda, la estatua de María cobró vida al pronunciar este las palabras: Monstra te esse matrem [muestra que eres madre], humedeciendo la boca del santo, que se había secado durante el largo periodo de oración.
El tema de La lactación, muy extendido durante la Contrarreforma, santifica la elocuencia “dulce como la miel” de Bernardo de Claraval, que recibió el alimento espiritual directamente de la madre de Dios.

Este episodio afirma igualmente la especial devoción que el santo mostró por la Virgen, a quien dedicara gran parte de sus escritos. María, en su virginidad y humildad, es un modelo de conducta, así como un intercesor para llegar a Cristo y a las gracias divinas. Desde entonces, la devoción mariana siguió siendo uno de los rasgos fundamentales de la espiritualidad cisterciense.
Para representar los episodios de la vida de Bernardo de Claraval, el pintor de azulejos utilizó como fuente un conjunto de grabados del alemán Gottfried Bernhard Göz (1708-1774), impresos bajo el título Historia Vitae S. Bernardi. Esta serie de estampas reproducía a su vez las pinturas realizadas para la abadía de Kaisheim, y seguían fielmente los relatos oficiales de su hagiografía.
Por otro lado, el relato de la vida del Doctor de la Iglesia era tan importante para la comunidad como la propia historia de los conventos erigidos por la orden cisterciense, y Frei Bernardo de Brito, el historiador portugués más influyente de su tiempo, incluyó la hagiografía de Bernardo de Claraval en la Crónica de Cister. En palabras del monje de la abadía de Alcobaça, las virtudes del santo son comparables a los grandes monumentos legados por la Antigüedad:
Lo que no le sucedió a nuestra sagrada religión cisterciense, porque, siguiendo en ese particular el camino de los Antiguos, decoró a la Iglesia Católica con las pirámides más altas de los santos, cuya gran virtud sirve de maravilla en la Tierra. La llenó de Coliseos y Anfiteatros tan hermosos como son los conventos construidos en varias partes del mundo, en los que tienen lugar desafíos únicos de virtudes contra vicios y de espíritus constantes contra las tentaciones del diablo.
Por medio de la hagiografía transpuesta en los azulejos, la orden retornó a su propia historia y reafirmó su lugar en Évora. Con renovada confianza, desde lo alto de su colina, las monjas pudieron contemplar de nuevo la perspectiva de los edificios distantes de la ciudad.
BIBLIOGRAFÍA PRINCIPAL
BRITO, Bernardo de. Primeyra parte da Chronica de Cister: onde se contam as cousas principais desta religiam com muytas antiguidades, assi do Reyno de Portugal como de outros muytos da christandade composta por Frey Bernardo de Brito. Lisboa: Pedro Crasbeek, 1602.
VERÃO, Maria Teresa. Os azulejos do Mosteiro de São Bento de Cástris de Évora: o ciclo bernardino e o seu significado. Lisboa: Universidade Nova, 2009.
