Los azulejos del claustro del Convento de San Francisco son parte de un encargo realizado en varias etapas, identificada con la marca del mestre alicatador Bartolomeu Antunes en la capilla mayor, con fecha de 1738. Con representaciones adicionales de los cinco sentidos, los cuatro elementos y los cuatro continentes, estos azulejos son uno de los conjuntos más importantes del siglo XVIII, en Brasil.
De lo que actualmente se sabe sobre la actividad de Bartolomeu Antunes, responsable por la contratación de varios pintores de azulejos, los emblemas fueron pintados por la mano cuidadosa de su yerno, el pintor Nicolau de Freitas, alrededor de 1746.
El trasfondo moral estoico fue la base para la elección de los emblemas que se representaban en los azulejos del claustro del Convento de San Francisco de Bahía, y la traducción española de la obra del flamenco Otto van Veen, Theatro moral de la vida humana en cien emblemas, que existía en la biblioteca del convento brasileño, sirvió naturalmente como una forma de comunicación entre los dos lados del Atlántico, permitiendo a los responsables del orden franciscano en Lisboa supervisar la fabricación de azulejos en las ollerías de la ciudad.

Con su combinación de palabras e imágenes, los emblemas son un tipo de composición particularmente valorada para cumplir los objetivos pedagógicos de filósofos, eruditos y teólogos. La calidad de la ilustración alcanzó un mayor refinamiento cuando los pintores lideraron la organización de la colección de emblemas, y la obra de Otto van Veen, publicada por primera vez en 1607, fue una de las más notables de la época. Con pruebas de su larga cultura humanista, fue el propio doctus pictor quien hizo la selección de los versos del poeta Horacio. En el prefacio, con una intención que se extiende a los azulejos, el pintor holandés definió claramente los objetivos de la obra: “El Amor de la Virtud, y aborrecimiento de los vicios, es lo representado en estes cien Emblemas – este es el intento del Autor, y el instituto de esta obra”.
Además de la calidad de las imágenes, el conjunto de azulejos llama la atención sobre el uso de temas poéticos en la arquitectura religiosa.
Como observó el historiador Pedro Maia, los claustros inferiores eran un espacio semipúblico, “una perspectiva alegre y evidente para aquellos que vienen de fuera y entran por la puerta de la casa”, y es muy probable que el propósito de ofrecer una recepción fructífera y educativa para estos visitantes, no necesariamente religiosos, haya sido la razón decisiva para elegir referencias poéticas clásicas en vez de episodios religiosos.
BIBLIOGRAFÍA PRINCIPAL
MAIA, Pedro Moacir. Os cinco sentidos, os trabalhos dos meses e as quatro partes do mundo em painéis de azulejos no Convento de São Francisco, em Salvador, Bahia. Brasília: Centro Gráfico do Senado Federal, 1990.
