La práctica de juegos de cartas fue objeto de evaluaciones contradictorias en la sociedad de los siglos XVII y XVIII. El pedagogo D. Martinho de Mendonça de Pina e Proença, en los Apontamentos para a educação de hum menino nobre, a pesar de la buena consideración de los matemáticos, ha hecho cuestión de calificar el juego como altamente pernicioso, no solo para la educación infantil, pero incluso para la vida social de los adultos:
Un grande y moderno estudioso de la geometría reflexionó largamente sobre la sutileza de los juegos vulgares con tantas y tan diferentes combinaciones de diversos casos, y afirma que el juego es uno de los mayores indicios de la capacidad de imaginación y de la agudeza del juicio de los hombres. Pero yo cuido que el mayor argumento de nuestra debilidad es ver que hombres que no perdieron el juicio gasten la mayor parte de sus vidas en una ocupación peor que la misma ociosidad.

Lejos de ser un punto de vista predominante o al menos con algún significado efectivo, la obra presentaba una advertencia moral contra una práctica común y transversal de la sociedad portuguesa. Desde 1603, la producción de barajas constituyó un monopolio que duró hasta 1769, cuando las políticas pombalinas crearon la Real Fábrica de Cartas de Jogar. Los juegos de cartas también se contaban entre las diversiones de la aristocracia, y al inglés William Beckford, con su elegancia bien informada, le pareció ridículo que las mesas de juego del Palacio de Queluz estuvieran forradas con paños de estampados y bordados extravagantes.
A pesar de la tradición nacional, en ese período, los diversos juegos de cartas, practicados por la sociedad pulida, estaban profundamente influenciados por la civilidad francesa. En los paneles de azulejos que recubren una de las estancias de la planta noble del Palacio Rebelo de Andrade, en Lisboa, las composiciones, rodeadas por una cartela ornamental rococó, presentan las diversas mesas con los juegos de cartas, dados, damas y billar, practicados en interiores, y un panel con el juego de lanzar herraduras, al aire libre.

Si comparamos este conjunto con la portada de los dos manuales franceses más influyentes, La maison des jeux academiques y Academie universelle des jeux, podemos observar que cada uno de esos juegos constituye uno de los tipos de juegos de sociedad, con la única diferencia de que el jeu de palme, poco conocido en Portugal, ha sido sustituido por el juego de lanzar herraduras.
Sin duda la rica burguesía pombalina, siguiendo una tradición que venía desde la época del reinado de D. Pedro II, adoptó la etiqueta francesa, y los juegos de cartas y dados, así como los conciertos, la danza y las conversaciones de salón, constituían una parte importante de las reuniones sociales, incluso en contra de la opinión del riguroso D. Martinho de Mendonça
BIBLIOGRAFÍA PRINCIPAL
Academie universelle des jeux, contenant les regles des jeux de quadrille, & quintille, de l’hombre à trois, du piquet, du reversis, des echecs, du tric-trac; & de tous les autres jeux. Avec des instructions faciles pour apprendre à les bien joüer. Paris: Theodore Legras, 1730.
PROENÇA, Martinho de Mendonça de Pina e. Apontamentos para a educação de hum menino nobre. Lisboa: Oficina de Joseph Antonio da Sylva, 1734.
CÂMARA, Maria Alexandra Gago da. “A arte de bem viver”. A encenação do quotidiano na azulejaria portuguesa da segunda metade de setecentos. Lisboa: Fundação Calouste Gulbenkian, 2005. ISBN 972-31-1128-4.

One reply on “La elegante academia de juegos”
Playing cards on tiles, how interesting.
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